Desde siempre la salud de los papas ha sido un tema que, siendo crucial para la Iglesia Católica, trasciende también los límites de esa institución. En tiempos modernos y por el alcance que la difusión de noticias ha tenido debido a los desarrollos tecnológicos cualquier anuncio en torno al tema adquiere relevancia internacional. En particular y debido que Francisco se convirtió en una personalidad con alcance e influencia en el escenario internacional, la salud del Papa ocupa, preocupa y es tema en el Vaticano y en todo el mundo.

Por ese motivo hay muchos ojos y oídos atentos a la evolución de la salud de Jorge Bergoglio. Pero también y como lógico resultado del hermetismo informativo con el que suele manejarse -en este y en otros temas- la Iglesia Católica y el Vaticano en particular, se multiplican los rumores y trascendidos.

La Oficina de Prensa del Vaticano informó esta semana sobre una “leve gripe” que afecta la salud del Papa, minimizando la trascendencia del dato. Pero el Papa, que está próximo a cumplir 87 años y desde muchos años antes de acceder al pontificado sufre de una enfermedad pulmonar, suspendió luego las audiencias y no volvió a aparecer en público. El sábado anterior la Oficina de Prensa vaticana se limitó a informar que “las audiencias del Santo Padre previstas para esta mañana han sido canceladas debido a un caso leve de gripe”. El domingo Francisco decidió no rezar el tradicional Angelus desde la ventana del Palacio Apostólico frente a la plaza de San Pedro y delegó la lectura del texto en uno de sus colaboradores. “Hoy no puedo hablar desde la ventana porque tengo este problema de inflamación en los pulmones”, admitió el propio Bergoglio.