Se iniciaron acciones contra 24 oficiales de la Bonaerense por planear un golpe interno. Bullrich y Adorni se metieron en la campaña. La compleja relación del candidato con la fuerza.
Mientras el ministro de Seguridad de la provincia, Javier Alonso, explica el motivo y el alcance de la denuncia contra 24 oficiales de la bonaerense referenciados en Maximiliano Bondarenko, acusados de planear un golpe institucional interno, Buenos Aires/12 reconstruyó el perfil del candidato libertario.
Como explicó Alonso, entre los exonerados había oficiales de alto rango. Todos ellos compartían un grupo de Whatsapp para intervenir fuera de los mandos en la institución, como el desplazamiento de ciertos jefes, y se reunían en instalaciones de la fuerza para coordinar acciones de apoyo político a Bondarenko.
Ambas cosas están expresamente prohibidas, tanto por el reglamento interno de la policía como por las normas superiores que regulan a las fuerzas de seguridad.
El artículo 58 del decreto establece claramente que «darán lugar a sanción de cesantía o separación de retiro, impuesta por resolución dictada en sumario administrativo, las siguientes transgresiones». Más abajo, en el listado, figuran: «Intervenir, o de cualquier forma participar en política, en la organización de los partidos políticos o en su gestión, salvo el personal retirado». El artículo siguiente establece sanciones similares para quienes sean culpables de «cometer insubordinación, provocarla o instigar a cometerla».
De hecho, Bondarenko pidió licencia, tanto para asumir como director del Renaper como para sentarse en su banca de concejal. Recién en abril pasado pidió la baja voluntaria para dedicarse enteramente a la política.
Las decisiones se desencadenaron cuando Asuntos Internos recibió una denuncia anónima que incluía capturas de pantalla de un grupo de chat, audios, documentos internos y el listado de los participantes, lo que confirma que al menos uno de ellos estaba ahí con el propósito de desbaratar sus planes. Las reuniones se realizaban en la Dirección de Prevención Ecológica y Sustancias Peligrosas de la Policía, ubicada en el centro platense, que fue allanado e busca de nuevas evidencias.
“Acá estamos hablando de una falta muy grave contra la ley orgánica provincial. Yo no tengo ningún problema con este candidato. Ya fue candidato. La policía tiene formas. Tienen que pedir autorización y una licencia. Lo que no puede pasar es que esta persona lidere un grupo de oficiales de nuestra policía”, dijo Alonso.
“Porque eso es montar un comando institucional paralelo. Y más si lleva adelante un proyecto que busca desplazar jefes y poner a esta camada al frente de la institución. Más allá de lo que podrían, o no, hacer, está claro que no pueden hacer esta actividad. Porque ya de por sí la planificación es una falta grave”, precisó.
“No nos olvidemos de que el Presidente dijo que había que intervenir la Provincia de Buenos Aires», recordó, y agregó: «Si estos policías quieren estar en la política, que pidan licencia. Pero no pueden ser las dos cosas. Imagínense la insistencia que hay de que la policía se levante en armas contra el gobernador”.
Bondarenko es hijo de una familia de clase media varelense, bastante retraído, que ingresó a la policía en los noventa, cuando las oportunidades laborales y profesionales escaseaban. Allí descubrió que era más hábil para la intriga que para la acción, algo absolutamente coincidente con lo expuesto por Alonso, y terminó dando el salto a la política. Pasó por el PRO, luego por la UCR y ahora es libertario.
El primer candidato a diputado provincial por la tercera sección electoral de La Libertad Avanza replica el clivaje «kirchnerismo o libertad» pero difícilmente podrá hablar contra «la casta» sin ponerse colorado.
Sus camaradas lo recuerdan como un tipo que «dice más de o que hace», poco propenso a tomar riesgo en las situaciones de acción. Lleva diez años haciendo política en distintos espacios antiperonistas. Justo de esa época data la notoria mejora de su situación económica.
Un pibe muy callado
«Cuando éramos chicos, cada barrio de Varela tenía dinámica de pueblo. Por eso, los que somos más o menos de la misma generación nos conocemos todos», indica a Buenos Aires/12 un dirigente que anda por los cincuenta años, la franja etaria de Bondarenko (51) y del intendente Andrés Watson (52).
Bondarenko se crió cerca del centro de Florencio Varela, en el seno de una familia de descendientes de ucranianos de clase media, en un distrito entonces plagado de barrios populares. «Para Varela, eso era clase media acomodada. En otro lado lo hubieran considerado clase media baja», explica un vecino de entonces.
Los que compartían con él los partidos de fútbol en el potrero cercano a la avenida San Martín y algunas salidas nocturnas lo recuerdan como un buen pibe pero, sobre todo, lo describen con adjetivos similares: «introvertido», «callado», «buenazo» y «medio inocentón».
A la vez, los que lo trataron tanto en la Escuela Nro. 1 «José de San Martín» como en el Club Nahuel coinciden en que cuando ingresó a la policía sus apariciones en el barrio de su infancia se fueron haciendo más esporádicas, hasta que finalmente dejó de frecuentar a sus viejos amigos.
«La policía lo endureció», dicen. Afirman que les cuesta conciliar a aquel pibe que con frecuencia era el objeto de las bromas del grupo con el político profesional, de pocas palabras, pero perfectamente capaz de tejer acuerdos, construir poder y ocupar espacios.
Las nuevas habilidades de Bondarenko redundaron en un proceso de movilidad social ascendente para él y su familia. Se mudó a una casa en City Bell, en las afueras de La Plata, donde todavía reside. Aunque es candidato por la tercera sección electoral, su domicilio está en la octava, la sección capital.
No se trata sólo de un barrio residencial, mucho más caro que aquél donde se crió. Se trata del aspiracional de los varelenses: allí se mudan los que «la pegan», como ocurre con los porteños y los barrios de Belgrano o Puerto Madero.
Adiós a las armas
Bondarenko se presenta en sus redes sociales como Técnico Superior en Seguridad Pública y suele recorrer el territorio brindando charlas sobre el tema. Tiene una foto con Patricia Bullrich y repostea varias placas del partido con fondo violeta.
En su perfil llaman la atención dos videos: uno en el que, parado frente al municipio sostiene que «Varela es como Formosa» porque «los peronistas están atrincherados hace cuarenta años» y el otro, de abril pasado, en el que anuncia su baja voluntaria de la Policía Bonaerense. Allí afirma, entre otras cosas, que deja la fuerza para poder opinar con mayor libertad.
«La verdad es que Bondarenko siempre fue más político que policía. Era lógico que en algún momento dejara el uniforme para hacer lo que realmente le gusta», cuenta en estricto off the record alguien que trabajó con él. Esa habilidad para congraciarse con los jefes y responsables políticos, en particular con Hugo Matzkin que conducía la fuerza una década atrás, le permitió llegar a comisario en menos tiempo que la mayoría, pero también disparó la desconfianza y el recelo contra él.
«De La Matanza tuvo que irse porque la tropa ya no le respondía», cuentan. Integraba el equipo del Comando Sur, que abarcaba las zonas de Virrey del Pino, González Catán, Dorrego y parte de Gregorio de Laferrere, cuando dio una entrevista a Crónica TV, en la que dio a entender que los agentes eran «tibios».
«Justo él, que hablaba como duro en reuniones con vecinos, pero era más un policía de escritorio que un hombre de acción. Se armó tal revuelo que Matzkin lo sacó de La Matanza. Lo premió con la jefatura de la departamental de Moreno, pero ahí tampoco logró hacer pie».
Diez años de casta
En 2015, cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia con la alianza Cambiemos, Bondarenko fue premiado con un cargo jerárquico en el Registro Nacional de las Personas (Renaper). Ese fue su primer paso por el sector público y su primer pedido de licencia de la fuerza.
Las fuentes difieren en un punto: para algunos, su nombramiento fue operado por el líder local de Cambiemos, Pablo Alaniz, con quien rompió poco después, para otros, por el propio Cristian Ritondo y para un tercer grupo, por Emilio Monzó. Lo cierto es que el Renaper le sirvió de plataforma política. De allí saltó a una banca de concejal en 2017. Como edil, no fue muy activo. Igual intentó renovar en 2021, pero jugó mal sus fichas: en la interna que aquel año disputaron Diego Santilli y Facundo Manes, se inclinó por el radical, que sufrió una dura derrota.
Nadie asociaba a Bondarenko a La Libertad Avanza hasta mediados del año pasado. De hecho, hasta ese momento, la máxima referencia del partido violeta a nivel local era Diego Vallejos, que aún preside el bloque de concejales.
Pero Vallejos se vio envuelto en un escándalo por el nombramiento de su hija a cargo del ANSES de Berisso. Desde entonces, sus acciones ante los ojos de Pareja comenzaron a caer, lenta pero inexorablemente y Bondarenko apareció como la opción de recambio para un liderazgo que lucía tempranamente desgastado.
Lo curioso es que el pase del ex comisario inspector al espacio mileísta se selló también a través del boletín oficial. En agosto pasado, su mujer, Gisela Da Silva, fue nombrada titular de la Unidad de Atención Integral (UDAI) del ANSES en Varela, a instancias de Eduardo «Lule» Menem y Sebastián Pareja, los principales operadores políticos de Karina Milei, con un sueldo mensual superior a los $3,5 millones.
A raíz de esta movida, Bondarenko es resistido por la militancia libertaria local. Especialmente, por la concejala Raquel Álvarez, que lo acusó reiteradamente ante Karina Milei de ser parte de «una operación de maquillaje» encabezada por Pareja para cubrir el traspié de Vallejos.
Los escándalos en las distintas oficinas de ANSES y PAMI son, a esta altura, un clásico libertario. Aunque siempre se consideró a esos dos organismos, con gran capilaridad territorial y recursos, como centrales para el financiamiento de la política, el problema con LLA es que esa práctica se choca con el discurso anticasta.
Para el electorado libertario, el ex comisario inspector presenta otra contra fuerte. Tiene lo que los trolls llaman «CUIT virgen»: nunca cobró un peso que no proviniera del estado. Sin embargo, fuentes de la política varelense entienden que la contraprestación del nombramiento de Da Silva en ANSES era el involucramiento de Bondarenko en la campaña y que eso era incompatible con un nuevo pedido de licencia.
El objetivo de Bondarenko era encabezar la lista de concejales, que en Varela cobran un sueldo que ronda los dos millones de pesos y pueden nombrar asesores rentados. Pero, en el revoleo, se sacó la grande.





