Con apenas 15 diplomáticos presentes en la sala, el presidente Javier Milei volvió a criticar al sistema multilateral, elogió a Donald Trump y reiteró su reclamo por Malvinas en un discurso que resonó más por el eco que por la audiencia.
El presidente argentino, Javier Milei, participó este miércoles de una nueva edición de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Sin embargo, su intervención quedó marcada más por el contexto que por el contenido: un auditorio semivacío, una reiteración de conceptos ya conocidos y un marcado alineamiento con la agenda del expresidente Donald Trump.
Críticas a la ONU y gestos hacia Washington
Desde el atril de la ONU, Milei volvió a apuntar contra el multilateralismo al que califica como “globalismo”, repitiendo sus denuncias contra lo que considera “un gobierno supranacional de burócratas internacionales”. En ese marco, aseguró que Argentina no acompañará decisiones de la organización que, a su entender, violen los “derechos naturales” de los ciudadanos.
El tono confrontativo se mantuvo a lo largo del discurso, salvo durante un breve pasaje institucional en el que reafirmó el reclamo argentino por la soberanía sobre las Islas Malvinas. Allí, pidió al Reino Unido retomar las negociaciones en el marco de la Resolución 2065 de la Asamblea General, pero sin mayor recepción en la sala.
Un tributo más a Donald Trump
El momento de mayor énfasis político fue cuando Milei redobló sus elogios a Donald Trump, a quien ya había respaldado días antes durante un acto conjunto. Lo celebró como “líder del cambio de paradigma en el comercio internacional” y destacó su “férrea y exitosa lucha contra la inmigración ilegal”.
Este gesto se suma al alineamiento creciente entre ambas administraciones, en un contexto marcado por el respaldo financiero que la gestión Trump dio a través del swap de USD 20.000 millones, recientemente anunciado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent.
Silencios y omisiones
Llamó la atención la ausencia de referencias a los principales conflictos globales. Milei evitó pronunciarse sobre la guerra en Gaza, la escalada en el mar de la China Meridional o las tensiones en Ucrania. Solo hizo una mención tangencial al asesinato del dirigente conservador Charlie Kirk, ocurrido días atrás en Estados Unidos.
El vacío en la sala: una postal elocuente
Más allá del contenido del discurso, la imagen más impactante fue la de un auditorio con apenas una quincena de asistentes dispersos, muchos de ellos sin prestar atención al mensaje. La comparación con las presentaciones de otros jefes de Estado, que buscaron consensos globales en temas urgentes como cambio climático, seguridad alimentaria o paz internacional, no pasó desapercibida.
Conclusión: libreto repetido, eco amplificado
Javier Milei volvió a presentarse en la ONU con su estilo inconfundible: confrontativo con el orden multilateral, alineado con figuras de la derecha global y fiel a su narrativa de “batalla cultural”. Pero esta vez, el contexto visual lo dijo todo: más butacas vacías que respaldo diplomático.
Mientras el mundo mira hacia consensos, Milei eligió reforzar trincheras. Y su discurso, más que resonar en la comunidad internacional, pareció diluirse en el eco de una sala casi vacía.





