El Gobierno desoye los pedidos para cambiar la locación del acto y apuesta a la confrontación. La oposición lo acusa de usar el caos como estrategia y lo responsabiliza por cualquier episodio de violencia.
Acorralado por escándalos de corrupción, crisis interna, protestas sociales y una economía al borde del estallido, el presidente Javier Milei se prepara para cerrar la campaña legislativa de La Libertad Avanza (LLA) en el conurbano bonaerense, en un acto rodeado de tensión, advertencias y polémica.
El evento está previsto para este miércoles en el Club Villa Ángela, una parcela rural ubicada en Villa Trujui, partido de Moreno, un distrito gobernado por el peronismo. El lugar fue criticado por las autoridades locales y provinciales, que alertaron sobre graves deficiencias de seguridad, tanto para los asistentes como para el propio jefe de Estado.
“Hago responsable a Milei de cualquier hecho de desorden o violencia que pueda producirse”, advirtió el gobernador Axel Kicillof, quien también señaló que la convocatoria fue diseñada para provocar y distraer la atención del escándalo de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).
Un cierre bajo fuego cruzado
La decisión del oficialismo de sostener el acto en ese lugar se da en un contexto extremadamente adverso para el Gobierno:
- Escándalos de corrupción: Los audios filtrados del extitular del ANDIS, Diego Spagnuolo, y de la secretaria general Karina Milei golpearon el corazón de la gestión libertaria.
- Crisis económica: El Gobierno dio un brusco giro en su política monetaria en un intento por contener el dólar, despertando críticas de sus propios aliados.
- Ofensiva contra la prensa: Tras las filtraciones, funcionarios como Martín Menem acusaron a periodistas de ser “espías” y sugirieron que los audios fueron “grabados ilegalmente”, en un claro intento de victimización y distracción.
- Marchas sociales: Jubilados y organizaciones de derechos humanos marchan hoy al Congreso para repudiar el veto presidencial a la ley que aumentaba las jubilaciones mínimas.
Rechazo local: “No están dadas las condiciones”
La intendenta de Moreno, Mariel Fernández, también pidió públicamente que los vecinos no se acerquen al acto, incluso si desean manifestarse en contra del presidente.
“Quiero cuidar a la población. Les pido que no vayan. Es un predio rural, sin iluminación ni caminos adecuados. Si pasa algo, será responsabilidad de quienes lo organizaron”, afirmó.
Desde el Ministerio de Seguridad bonaerense, el ministro Javier Alonso detalló que el predio “no reúne condiciones mínimas de infraestructura” y señaló que la elección del lugar fue “imprudente y peligrosa”.
“El caos como herramienta”
El gobernador Kicillof denunció que el Gobierno busca el conflicto como estrategia electoral, y lo comparó con los episodios violentos ocurridos en actos anteriores en Junín, Corrientes y Lomas de Zamora.
“El caos y la violencia son una herramienta de comunicación para Milei. Incapaces de ganarse el afecto del pueblo, recurren al miedo”, sentenció el mandatario.
El mensaje fue acompañado por una convocatoria clara: canalizar el enojo en las urnas, y no en las calles. “Hay miles de razones para estar enojados, pero la respuesta debe ser con el voto el domingo”, enfatizó Kicillof.
Un cierre blindado
Pese a las críticas, el acto sigue en pie. Milei no partirá desde Casa Rosada sino desde la Quinta de Olivos, y tras el cierre se dirigirá al Aeropuerto Jorge Newbery, donde abordará un vuelo rumbo a Los Ángeles, Estados Unidos, para reunirse con empresarios.
La seguridad estará a cargo de Casa Militar y las fuerzas federales. En los pasillos de Balcarce 50, el clima es de alerta máxima: se reforzaron los controles internos tras las filtraciones y crece la desconfianza en los propios equipos de seguridad.
¿Golpe de efecto o apuesta al descontrol?
El cierre de campaña de Milei en Moreno es, según sus críticos, una puesta en escena riesgosa en busca de polarización, en un momento en el que el Gobierno está desgastado, aislado y cuestionado.
Lo que debió ser un acto de celebración se ha transformado en una prueba de fuego para el Gobierno nacional, que enfrenta el dilema de sostener su narrativa confrontativa o demostrar capacidad de gobernabilidad en tiempos convulsionados.
La pregunta es si el electorado leerá esta estrategia como provocación desesperada o liderazgo valiente. La respuesta, como repiten oficialistas y opositores, estará en las urnas este domingo.





