El actor argentino, de 78 años, reflexionó sobre el impacto del diagnóstico, cómo el teatro le dio una razón para seguir y qué cambió en su vida desde que convive con esta enfermedad neurodegenerativa.
A un año de haber revelado públicamente que padece Enfermedad de Parkinson, Gerardo Romano habló a fondo sobre cómo enfrenta este nuevo capítulo de su vida. El reconocido actor argentino, figura clave del teatro y la televisión, compartió su presente en una entrevista íntima con Víctor Hugo Morales, donde se mostró lúcido, sensible y profundamente reflexivo.
“Estoy todo lo bien que puedo. Trato de no hacerle cargo a los demás de mi ánimo ni de mi mirada sobre el tema”, sostuvo Romano, quien convive con los síntomas típicos de la enfermedad: rigidez, temblores y un proceso de envejecimiento acelerado a nivel neurológico.
Lejos del dramatismo, Romano se permite hablar de la muerte con una honestidad poco habitual:
“Es didáctico tener a la muerte pisándote los talones. Te enseña a vivir más intensamente”.
El teatro como refugio y salvavidas
Romano reconoce que la actuación fue y sigue siendo su ancla emocional. Desde hace una década protagoniza “Un judío común y corriente”, una obra de Charles Lewinsky que se convirtió en mucho más que un éxito teatral para él:
“Me salvó. Me salvó en la notificación que la vida me hizo. Me dio herramientas para expresarme, para plantarme frente a lo que me estaba pasando. Me salvó en un sentido existencial y profundo”, confesó.
Los inicios y el oficio
Durante la charla también evocó sus inicios como actor, recordando una de sus primeras apariciones televisivas en la telenovela La mujer frente al amor, en Canal 9, y cómo llegó desde el Derecho hasta la actuación.
“Entendí enseguida cómo era el juego escénico. Como era abogado, traía el método del conocimiento. En escena, el conflicto se da entre opuestos. Eso me ayudó a incorporarme rápidamente al lenguaje teatral”, explicó.
En ese sentido, recordó que su vocación se encendió por la influencia del actor estadounidense Burt Lancaster, y mencionó con admiración a colegas como Oscar Martínez, Miguel Ángel Solá, Héctor Alterio y el fallecido Pepe Soriano.
La enfermedad y el presente
El Parkinson no lo detuvo. Romano enfatiza el rol clave que tiene la actividad física en su rutina para frenar el avance de la enfermedad, y también el sostén que encuentra en el arte y en sus vínculos:
“¿Cómo vivís si sabés que te queda menos? ¿A qué le das prioridad? En lo personal, busco vivir con intensidad, y trato de no convertir al otro en espejo de mi dolor”.
A sus 78 años, Gerardo Romano no solo sigue actuando, sino que lo hace con una convicción que se redobla frente al paso del tiempo y la vulnerabilidad. Su mensaje, lejos de ser pesimista, invita a reflexionar sobre el valor de cada día:
“Quizás lo que más me consuela es saber de la finitud. Vivimos como si no fuéramos a morir nunca. Y cuando eso cambia, todo cobra otro peso”.





